Ubicada en el Bombo 1, Argentina llega al sorteo del 5 de diciembre en Washington con una mezcla de confianza serena y cautela. La expansión del Mundial a 48 equipos abre la puerta a combinaciones inéditas —algunas favorables, otras mucho más peligrosas— a pesar de ser cabeza de serie.
Para Lionel Messi y sus compañeros, el escenario ideal parece casi un paseo tranquilo. Un grupo con Australia , siempre sólida pero que rara vez supone una amenaza para los pesos pesados del torneo, Escocia , que progresa pero aún está lejos de la élite europea, y Cabo Verde , un completo novato en este nivel, sería lo más cercano a un «regalo». Es un grupo al alcance de la Albiceleste, lo que les da la oportunidad de comenzar su campaña con confianza y sin presión añadida.
Pero más allá del simple sorteo, lo que realmente está en juego es otro: esta edición norteamericana podría ser la última aparición de Messi en el máximo escenario del deporte. Marcará el rumbo de un equipo que aún reina como campeón del mundo, pero busca una nueva inspiración, y podría, en última instancia, marcar el último capítulo de una era que ha definido la historia del fútbol argentino.